sábado, 19 de junio de 2010

Los comunistas y la ultraizquierda

Reseña: Este pequeño texto forma parte de un libro editado en 1971 por la editorial Quimantú, escrito por el, en ese momento, futuro premio nacional de literatura Carlos Cerda. El libro estaba dirigido a sistematizar la comprensión del leninismo realizada por el Partido Comunista de Chile. Dicha comprensión fue definida por Carlos Cerda como teoría de la situación política, cosa muy en sintonía con lo que en aquella época se dejaba resentir en la teoría política marxista como “estructuralismo”, corriente fundamentalmente determinada por las tesis del filósofo francés, militante del PCF, Louis Althusser. Fuera de toda disquisición y debate teórico, el libro fue un importante aporte a algunos problemas fundamentales de aquella época, en el campo del debate ideológico. El texto que presentamos aquí forma parte de la segunda sección del libro Los comunistas y la victoria popular que hace un análisis de la política del PCCh por aquella época. Pretendía ser una toma de posición seria y fundamentada frente a grupos como el MIR y sus órganos de acción (FTR, MCP, FER etc.). En lo fundamental, este texto sigue vigente; sus planteamientos más sustanciales, resumidos en el enunciado: “el ultraizquierdismo es el intento de la pequeño-burguesía y las capas medias por dirigir el proceso revolucionario”, siguen absolutamente vigentes. Invitamos a nuestros compañeros y amigos a la revisión de este texto.

Atentamente,

Educación.

Juventudes Comunistas del Pedagógico

LOS COMUNISTAS Y LA ULTRAIZQUIERDA

La incorporación de las capas medias al proceso revolucionario, junto con fortalecer las posiciones del proletariado, entraña peligros derivados del hecho de que tales capas no renuncian al intento de ejercer la dirección de dicho proceso. Se plantea así una disputa por la conducción política entre las posiciones de la clase obrera y las de la pequeña burguesía, con sus dos variantes principales: el reformismo y el aventurerismo “ultraizquierdista”.

No es posible concebir el desarrollo exitoso separado de la necesidad de imponer una orientación proletaria al proceso, orientación que supone la derrota de las dos expresiones políticas de la pequeñoburguesía que hemos señalado. (…)

En esta parte no se pretende un análisis de las posiciones ultraizquierdistas que apunte a cada una de las particularidaddes de su pensamiento para desentrañar de ellas su esencia pequeñoburguesa. (…) Estudiaremos los planteamientos concretos de la ultraizquierda chilena frente a una situación política concreta. (…)

¿Qué posiciones ultraizquierdsitas necesitaban ser derrotadas para posibilitar la victoria del 701 y cuáles deben ser derrotadas para asegurar la victoria definitiva?

En primer lugar, el espíritu anticientífico, voluntarista, para resolver los problemas estratégicos; la definición del carácter de la revolución y la determinación de los enemigos principales.

En segundo lugar, la tendencia a definir un objetivo político inmediato sin tener en cuenta la correlación de fuerzas.

En tercer lugar, la tendencia al terrorismo y a la acción individual.

En cuarto lugar, la afición a lo que Lenin llamaba “la orgía de la frase huera”.

En quinto lugar, la inclinación al oportunismo.

(…)

La tesis mirista de que en Chile está a la orden del día una revolución socialista2 que llevarán adelante la clase obrera y el campesinado, en contra del imperialismo y la oligarquía, pero necesariamente también en contra de la pequeñoburguesía, formada por miles y miles de pequeños y medianos industriales, agricultores y comerciantes, es una tesis que objetivamentetiende al aislamiento de la clase obrera, dificulta sus posibilidades reales de ganar aliados para derrotar al imperialismo y a la oligarquía, y objetivamente también ayuda a estos últimos a mantener bajo su férula política a sectores de la pequeñoburguesía. (…)

Los sectores de ultraizquierda condenaron el entendimiento de los partidos marxistas con fuerzas no marxistas, de los partidos obreros con partidos o movimientos de la pequeña burguesía. Lo hicieron en nombre del “purismo revolucionario” que tantas veces condenara Lenin, pero también porque son incapaces de entender una cuestión elemental: que lo que sirve a los enemigos de la revolución, no sirve a la revolución. Porque era evidente que mientras los comunistas hacían esfuerzos por materializar la unidad popular uniendo en un solo frente a comunistas, socialistas radicales y sectores izquierdistas de la Democracia Cristiana, el imperialismo y los sectores reaccionarios empujaban una concertación de fuerzas para aislar a la clase obrera (…)

Es de la esencia del ultraizquierdistmo, tal como lo señalara Lenin, la tendencia a separar a la clase obrera de sus posibles aliados, a islarla, a creer que la divisa de un revolucionario debe ser “tener un enemigo nuevo cada día” y no “ganar cada día un aliado para la revolución”.

Y esto, en definitiva, es la expresión del “no querer comprender obstinadamente (tal vez fuera más justo decir que no podían comprender) la necesidad de tener en cuenta con estricta objetividad las fuerzas de clase y sus relaciones mutuas antes de emprender cualquier acción política”.

Los comunistas combaten el ultraizquierdismo precisamente porque entorpece y debilita la lucha contra los enemigos principales y porque dificulta la incorporación, en el cauce revolucionario que abre la clase obrera, de las fuerzas nuevas que es necesario ganar. (…)

Y así como la política de provocaciones se realiza a espaldas de las masas, y muchas veces para lanzarlas a ellas a un enfrentamiento para el que no están preparadas y que se da en el terreno que busca el enemigo, así también la fraseología reaccionaria es la expresión del desprecio a las masas en el terreno de las consignas. Terrorismo, provocación y aventura son en el campo de la acción lo que la “orgía de la frase huera”, es en el campo de la consigna: dos formas inseparables del izquierdismo pequeñoburgués.

La frase3 revolucionaria, en el decir de Lenin, es la repetición de las consignas revolucionarias sin tener en cuenta las circunstancias objetivas en el cambio dado de los acontecimientos, que ocurren en la situación del momento. Consignas magníficas, atrayentes y embriagadoras, pero desprovistas de base: ésa es la esencia de la frase revolucionaria.

(…) La tesis calurosamente sostenida por grupos de ultraizquierda en el sentido de que en nuestro país el choque frontal de las clases sólo está postergado pero es inevitable, y tendrá la forma de un enfrentamiento armado, arranca de esta concepción de que la lucha armada es la forma superior de lucha y que por lo tanto en Chile no puede hablarse de revolución exitosa mientras el movimiento revolucionario no haya alcanzado esta forma de lucha superior. Y de hecho, más que plantear un enfrentamiento armado como inevitable, se plantea este enfrentamiento armado como deseable. (…)

Lo que está claro es que la suerte de la revolución chilena no depende de un futuro mágico, sino que se está definiendo en el enfrentamiento diario. (…)

Esta no es por cierto una lucha contra personas, ni siquiera contra organizaciones: es una lucha de principios en contra de posiciones políticas que hacen daño a la revolución. Aquellos que aprendan la lección que dicta la propia experiencia; aquellos que superen prejuicios anticomunistas que son obra y gracia de la política del imperialismo y que se afincan en la composición de clase de los movimientos que los hacen suyos; aquellos que estén dispuestos a la autocrítica propia de los revolucionarios, deben sumar su disposición revolucionaria al torrente caudaloso de la lucha antiimperialista y antioligárquica que se libra en nuestro país y que abrirá las puertas del futuro socialista.