Han pasado ya más de dos meses desde que entramos a clases. En una cantidad importante de carreras se ha estado produciendo un debate sobre cómo debemos organizarnos, sobre si la FEP de “democracia directa” puede o no servir para enfrentar las luchas estudiantiles que se nos vienen, y sobre los caminos alternativos a la mera organización por Asambleas que demostró no ser fiel a las necesidades más urgentes del estudiantado. Esos debates han producido, también, algunos cambios importantes de perspectiva en algunos departamentos. Avanzando hacia la reconstrucción de una orgánica estudiantil seria, representativa y directa a la vez; participativa, pero también eficaz, democrática y combativa, muchos estudiantes están preguntándose acerca de cómo salir del actual atolladero en el cual nos metió la “democracia directa” sin contrapeso real más allá del griterío de las asambleas generales.
Nuestra opinión en el curso de este debate ha sido bastante clara: nosotros no apostamos, ni apostaremos jamás, por anular los canales de participación estudiantil. Nos interesa, efectivamente, mantener las asambleas, las comisiones de trabajo, en las que se plasme efectivamente la opinión de la totalidad de los estudiantes, opinión generalmente confrontada y en desacuerdo: cosa que, creemos, constituye la esencia de la política. Sin embargo, paralelo a todo este aparato de participación “directa”, creemos que debe haber espacios representativos preparados para enfrentar los momentos de reflujo, para mediar, a su vez, la serie de conflictos que se presentan en la vida política universitaria, para defender los intereses del estudiantado en las negociaciones colectivas, reconstruir y orientar el debate cuando sea necesario. Cuando hablamos de la reconstrucción de la Federación, hablamos de la reconstrucción de ambos espacios: de los espacios o canales de participación “directa”, y su reposicionamiento, y de una mesa o colectivo de representantes escogido democráticamente por todos los estudiantes.
No es por capricho ni por ambición de poder, como piensan ciertos compañeros, que tenemos esta opinión. No aprobamos, como es lógico de parte de una organización que lucha por cambios democráticos y revolucionarios, la lógica de las personalidades que coptan el movimiento estudiantil según la pose o el tono de voz. El vaciamiento de propuestas políticas, el consiguiente abuso sistemático de poder económico y político por parte de las autoridades de la UMCE y la incapacidad total de luchar contra la neoliberalización total de la educación pública en el Pedagógico, fueron las consecuencias de una orgánica sin perspectivas ni marco organizativo. Es en este contexto que luchamos por la construcción de una Federación de estudiantes de verdad, donde el debate sea amplio, democrático y sin censura fascistoide alguna.
Creemos que el prejuicio anti-federativo es parte de un desconocimiento general sobre la historia del Pedagógico, en lo que a democracia estudiantil se refiere. Para resumir un poco esa historia, quisiéramos señalar tres hitos: la separación definitiva respecto de la FECH, en 1994, la fundación de la FEP en 1996 y la instalación de la “democracia directa” desde el 2002 hasta el 2004. Hoy, creemos que llegó la hora de producir un nuevo hito: la conformación de un nuevo instrumento federativo, la refundación definitiva de una FEP democrática y combativa, para luchar contra las desigualdades del neoliberalismo y contribuir a su derrota.